Conozco a la decoradora Beatriz Salgado Rosillo hace muchos, muchos años, cuando yo trabajaba en el mundo de la moda. Colaborar con ella es siempre una gozada, no sólo por su valía profesional sino además por su calidad personal.
Beatriz me llamó para introducir un toque vegetal en su último proyecto: unas oficinas en la calle Albasanz de Madrid. Allá que me fui a ver el espacio, y pronto conectamos y dimos forma a la idea que tenía: un jardín colgante para una sala de reuniones que hiciera más agradable la zona de trabajo.
Tres tipos de plantas colgantes fueron las elegidas y un juego de cuerdas para rematar la faena. Aquí tenéis el resultado. Cuesta creer que no sean naturales y que su mantenimiento sea prácticamente nulo.